sábado, 25 de mayo de 2024

¡Feliz día del Orgullo Friki! ¡Feliz cumpleaños, Ignatius!

Buenas. Estreno nuevo blog con esta primera entrada, así que supongo que debería presentarme.

Me llamo Ignatius K Dick y si para contarles algo sobre mí tuviera que empezar desde el principio diría que nací el 25 de mayo de 1981, pero claro: desde una perspectiva taquiónica, foltrónica y ortogonal ─desde la cual el flujo del tiempo no discurre normalmente─ el concepto de "el principio" puede resultar confuso. Señalando esto tampoco quiero dar la impresión al lector de que en mi día a día experimento el mundo como el Dr. Manhattan en aquel mítico número 4 de "Watchmen", en el cual este simpático señor azul andaba percibiendo simultáneamente pasado, presente y futuro mientras se paseaba en pelota picada por la superficie de Marte.

Obviamente no: no hablo desde una perspectiva puramente taquiónica, foltrónica y ortogonal. Si me encontrara en dicha posición seguramente no estaría escribiendo esto con el ánimo de rascar en un futuro algún eurillo y quién sabe qué otros mezquinos intereses, pues ya habría echado varias quinielas ganadoras incluso sin gustarme el fútbol ─como ya habrán adivinado solían elegirme el último para jugar al fútbol en el patio del colegio─ y al fin podría retirarme del mundanal ruido y dedicarme en cuerpo y alma al estudio de la ciencia foltrónica. Para bien y para mal la vida me ha llevado por lo que interpreto como turbulencias espaciotemporales y he sentido curiosidad por las mismas. También para bien y para mal me dedico en los ratos libres a lo que todo hijo de vecino hace en el contexto del tardocapitalismo digital: intentar montárselo monetizando sus neuras en la red.

Así que retomando la presentación podríamos decir que todo empezó el 25 de mayo de 1981, día en el nací. O al menos el día que nací por primera vez, porque claro: alrededor de 35 años después volví a nacer de nuevo. O quizás terminé de nacer, quién sabe. O sea: de momento creo que o bien he nacido dos veces o bien he nacido en dos episodios separados por más de tres décadas de tiempo humano. ¿Les parece confuso? A mí también me lo parece, y no acabo de estar seguro de si escribir al respecto acabará por confundir todavía más a mi mente: a veces resulta difícil soportar toda esa energía liberada por el bombardeo cósmico de taquiones.

Quizás el lector atento habrá reparado que este blog nace también un 25 de mayo y, antes de explicar el porqué, quisiera hacer un pequeño inciso a modo aclaratorio. Marie-Louise von Franz decía que si alguien desea conocer una civilización ha de estudiar sus textos y enseñanzas sagradas, pues estas le acercarían a la tradición consciente de dicho pueblo. Pero ─continuaba von Franz─ uno tiene que acercarse también al folklore para contemplar la compensación inconsciente de la tradición colectiva.

Si entendemos entonces la cultura popular de masas del siglo XX como una suerte de folklore moderno, y a juzgar por la cantidad de figuras mesiánicas míticas que pululan en sus narrativas más importantes ─tipo el Luke Skywalker de "Star Wars" o el Neo de "The Matrix"─ me da la impresión de que el friki occidental medio como servidor debe llevar dentro, siquiera de forma inconsciente, a un pequeño homúnculo ungido por la gracia de Dios.

Por eso, y volviendo al hilo principal: si yo ahora afirmo que inicio este blog poseído por un fanzine del futuro titulado "Ultrafrikismo", que traerá equilibrio al frikismo y que no veo fortuito que el encargado de transcribirlo (servidor de ustedes) viniera al mundo el día que años más tarde celebraríamos el Día del Orgullo Friki (25 de mayo) ustedes pensarían que están ante el enésimo frikazo con delirios de grandeza. No lo descarto, la verdad, pero permítanme matizar mi postura.

Según wikipedia el Día del Orgullo Friki lo establece un bloguero apodado señor Buebo en 2006, haciéndolo coincidir con la fecha de estreno de "Star Wars" ─una de las catedrales magnas del frikismo occidental. Dicha fecha ─de nuevo: un 25 de Mayo─ la comparten otras dos festividades similares del frikismo anglosajón: el Día de la toalla que conmemora la serie de novelas de la "Guía del autoestopista galáctico" de Douglas Adams, y el Magnífico 25 de mayo de las novelas de "Mundodisco" de Terry Pratchett.

¿Podría haber un nexo común entre estas fechas? En principio podría parecernos una coincidencia arbitraria. Pero quisiera argumentar la posibilidad de un componente taquiónico, foltrónico y ortogonal que las uniría.

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Los cenáculos místico-esotéricos occidentales comúnmente discuten acerca de este fenómeno de coincidencias temporales utilizando el término "sincronicidad". Dicho término lo acuñó Carl Jung, y lo definiría como un principio de conexión acausal por el cual los eventos psicológicos internos están vinculados a los eventos del mundo externo por coincidencias significativas en lugar de cadenas causales.

Nótese como la definición de Jung repite el esquema mesiánico: un principio conector acausal externo (Dios) conectando los mundos internos (ungiendo las almas) de la especie humana. Autores posteriores como Eric Wargo han cuestionado este paradigma clásico de las sincronicidades. Sintetizaré de forma rudimentaria el argumento de Wargo usando como referencia dos entradas (1, 2) de su blog.

Resumidamente: «Jung y Platón deben morir para que las facultades psi puedan vivir». O, expandiendo un poco más dicho argumento: «no sólo las sincronicidades sino los arquetipos y las formas ideales son ilusiones causadas por nuestra incapacidad de reconocer el modo verdaderamente cienciaficcional en el que los bucles temporales de información/emoción pueden intensificar la potencia de eventos y símbolos confluyentes en nuestras vidas, así como el rol que nosotros mismos jugamos en dicho proceso».

En otras palabras: el argumento de Wargo estaría desplazando concéntricamente ─hacia un orígen endógeno─ el principio de conexión acausal de Jung. No olvidemos que el psicólogo suizo estuvo obsesionado con que sus ideas resultasen respetables para la ortodoxia científica de su época, así que probablemente adecuó la definición del fenómeno para que encajase con lo que el ensayo “Ciencia y cientismo” de Antonio Escohotado denomina "la construcción cientista",  la cual:

arranca con Galileo y Descartes, y obtiene su primera forma acabada algo más tarde, gracias al genio de Newton. Es en principio fiel al puro criterio experimental de Bacon, con su propuesta de centrarse en la inducción, aunque procede mediante geometría y experimentos mentales, orientados a mostrar que la naturaleza es “reductible a leyes matemáticas”. Unido al absolutismo metafísico, político y religioso, del que toma una rígida separación entre material e inmaterial, el ideario cientista se lanza a una redefinición cosmológica apoyada sobre tres conceptos desconocidos por completo hasta entonces: 1) una materia rigurosamente pasiva (“masa inercial”); 2) traída y llevada por vectores inmateriales (“fuerzas matemáticas”); 3) cuyo movimiento resulta previsible con exactitud (calculándolo a partir de sus condiciones iniciales).

Como iba diciendo estas son las ideas que podrían estar influyendo en la concepción del “principio conector acausal” de Jung, e incluso otros constructos posteriores que otros autores también han relacionado con las sincronicidades como David Bohm y su noción del “orden implicado”. En su lugar, Wargo propone el pensamiento de Philip K. Dick como aproximación alternativa al fenómeno:

[PKD] sugirió que las sincronicidades ocurren porque en el futuro nos hallamos viajando en el tiempo, cultivando nuestro propio desarrollo; que nuestra consciencia expandida tiene el poder de “dirigir el escenario” no porque una deidad de barba blanca sentada sobre una nube se incline y juegue con nosotros como si fuésemos piezas del ajedrez, sino debido a la propia naturaleza del tiempo. Las coincidencias podrían ser el producto de alteraciones temporales: de nuestras propias alteraciones temporales en el futuro.

El mismo Dick comenta esta diferencia de matiz en uno de sus textos exegéticos, al respecto de esta influencia taquiónica, foltrónica y ortogonal en su novela "Ubik":  

estaba intentando expresar de forma vaga e inconsciente una serie de experiencias vitales relacionadas con una fuerza ─formativa─ que me dirigía, me moldeaba y me asistía. Una fuerza mucho más sabia que nosotros y que de modo alguno podía percibir directamente (...) Así que diría que el propósito de la novela ─mi propósito, de todos modos─ consiste en funcionar como una declaración ficcionalizada de esta presencia que elegí llamar "Ubik" arbitrariamente. Veo posible que Ubik ─o más exactamente: esta Gestalt futura de propósito y significado─ pudiera haber escrito el libro a través mío, pero sólo en el sentido de que todas las criaturas, de los saltamontes en adelante, "han sido escritos" por lo que llamamos instinto ─más que haber escrito ellos mismos sus vidas. Uno podría decir en que, más que Philip K Dick haya escrito Ubik, Ubik ha escrito a Philip K Dick.

Pero no tengo el sentimiento de que fui "elegido" como su instrumento o algo similar, del mismo modo que cuando ves un programa en TV la cadena que lo retransmite tampoco te ha elegido. Simplemente emite la señal en todas direcciones y algunas personas la sintonizan. Todo lo que hice fue transducir, como hacen todas las criaturas: sencillamente me limité a dar a la información recibida un nombre y un lugar en donde habitar.

«Los bucles de retroalimentación temporales», especula Wargo, «podrían estar amplificando el significado personal de las formaciones simbólicas, las cuales, debido a nuestra incapacidad de reconocer los fenómenos psi, aparecen como objetivas o externas ante nosotros». Este desplazamiento de las sincronicidades desde las esferas celestes al cuerpo lleva a Wargo a rastrear la cualidad sensorial, fenomenológica, de las mismas: las describe como «momentos transitorios de claridad y de presencia fuera y más allá de la imaginación». Momentos de trance con los que, señala además, cualquier interesado en la ingenieria psicológica puede jugar a orquestar ─«cosechar el espacio-tiempo para inducir sensaciones de presencia probablemente se remonta a los orígenes mismos de la religión». Vistos así podríamos leerlos como el incienso de las nuevas catedrales audiovisuales del frikismo:

incontables críticos culturales han señalado la naturaleza cercana a las drogas de los medios electrónicos y visuales, y ésto no es simplemente una función de la función de estimulación dopamínica provocada por el movimiento y los cortes rápidos. Incluso la actuación es una especie de “efecto especial chamánico”: una persona que asume la personalidad de alguien más ─un héroe o un espíritu o un Dios o incluso Papá Noel─ es una transformación asombrosa para un niño; también provoca algo de asombro a un adulto el ver una celebridad del cine o de la TV en la vida real: una disonancia cognitiva moderadamente placentera, a la que seguramente se deba nuestra fascinación con las celebridades.

***

Volviendo entonces a la confluencia temporal del 25 de mayo: quizás no nací un 25 de Mayo para traer equilibrio al frikismo, pero quizás todos estos bucles temporales de significado, retroalimentándose los unos a los otros, estén creado una corriente taquiónica, foltrónica y ortogonal que pueda servir como punto de entrada a la dimensión psíquica que anima al frikismo. Denomino a estos puntos de confluencia temporal nexos-TAO (nexos taquiónico-autistas ortogonales) pero ya me explayaré al respecto más adelante.

Tanto "Star Wars" como las novelas de "Mundodisco" hablan explícitamente de precognición ─aunque sea de forma ficcional─ por lo que presumiblemente en la composición de las mentes que las concibieron encontraríamos un alto número de taquiones. En el caso de Douglas Adams esta presencia de taquiones parecería incluso más intensa, porque como argumenta este artículo en Nature algunas descripciones de aparatos ficticios que aparecieron en estas novelas han acabado haciéndose realidad posteriormente.

¿Podría este flujo de taquiones afectar a los estados de tránsito de la vida humana? Bueno, realmente no puedo saber si afectaron a mi nacimiento ─me refiero al primero, o bueno, al de 1981─ pero hay un caso que me tiene inquieto: el de la investigadora estadounidense Acharya S, quien dedicó su vida al estudio del origen mitológico de la figura de Cristo vinculándola con deidades solares y mitos de resurreción pre-cristianos. Desde que conocí el dato de la fecha de su muerte ─un 25 de diciembre─ no puedo dejar de preguntarme si los taquiones cósmicos pudieran haber tenido algo que ver a la hora de determinar el momento de su partida.

En cualquier caso, bienvenidos al blog y disculpen si esto resulta abigarrado y algo confuso. He ido con prisas para tenerlo listo para hoy 25 de mayo. Está claro que podría haberlo publicado con algo más de calma la semana que viene y vendría a decir lo mismo pero, ¿quién sabe? ─quizás hubiese perdido algunos valiosos taquiones por el camino.

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